No me siente usted en su alta mesa
no me tiente con
sus manjares delicados
no me dé a beber
de ese licor exquisito
no me deslumbre
con sus ademanes
no resquebraje la
aparente frialdad de mi cuerpo
no entre así,
viento terrible, en mis días
no me enseñe el
otro lado del poema
no me decrete
nuevas emociones
no le conceda otro
ritmo a mis noches
no borre la verdad
de mis amaneceres
no diga que me ama
tendría miedo a la
melancolía de la ausencia
Deme posada en el
último cuarto
allí
donde nadie sepa
un sorbo de agua,
apenas, para la sed
y sopa caliente
para confortar el cuerpo
me iré cuando haya
descansado
entraré
suavemente
en la noche
y caminaré bajo
las estrellas.
Elena Vera
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