Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo
no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si
ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas
oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más
fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la
Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos
del alma
de alguna fe adorable que el Destino
blasfema.
Esos golpes sangrientos son las
crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno
se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve
los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una
palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la
mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo
no sé!
César Vallejo (1892-1938)
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